La juventud y el futuro del mundo del trabajo

Autor. Jocsan Donato Jimenez Lara

La tecnología avanza cada día más, dándonos una mejor calidad de vida con diversas comodidades. A su vez, genera cambios a los que nos deberemos adaptar en nuestra futura vida profesional. Es de suma importancia, en el caso de los jóvenes, que estemos seguros de qué queremos estudiar y hacer con nuestro futuro.

En una entrevista, Elon Musk, actualmente el hombre más rico del mundo, Chief Operating Officer (CEO) de Tesla, Space X, y muchas otras empresas, enfatizó que el 85% de los trabajos que habrá en 2030, aún no existen. Esto se da por dos razones. Según Musk, se debe a que, para esa época, muchos trabajos tendrán que ver con el manejo de la inteligencia artificial, pues se tiene estimado que el 58% de las empresas la utilizarán. La segunda razón que esgrime Musk es que se desconocen qué nuevas tecnologías existirán. Es posible que en los próximos años sean creados algunos dispositivos muy útiles y complejos que requieran personal capacitado en su uso y mantenimiento.

Lo anteriormente indicado, deja claro que las carreras en las áreas tecnológicas, especialmente, en las de inteligencia artificial serán probablemente las más cotizadas y mejor pagadas en el futuro. Se espera que hasta el área de medicina se vuelva cada vez más tecnológica y se utilicen robots para llevar a cabo procedimientos quirúrgicos completos. Actualmente, ya se han probado estas tecnologías. Ejemplo de ello es el Robot ARTHROBOT, creado por el departamento de Ingeniería Biomédica del Hospital General de Vancouver (Canadá). El robot es capaz de ayudar a mover o girar las piernas del paciente por medio de comandos de voz hechos por el cirujano.

Aunque las carreras del área tecnológica serán de las más cotizadas en el futuro, también tendrán relevancia las carreras basadas en áreas de interacción humana. Como especie, somos gregarios por naturaleza. Por más que la tecnología nos conecte o nos haga la vida más fácil, también trae sus complicaciones. Sin importar qué tan avanzada sea la tecnología, nunca reemplazará la interacción humana. Un abrazo en el Metaverso jamás superará un abrazo real.

Como jóvenes, lo más normal es escuchar frases por parte de nuestros familiares, amigos o conocidos quienes recomiendan qué carrera estudiar. Es provechoso escuchar los comentarios de personas con experiencia. Es importante pensar qué queremos en realidad y conocer las tendencias y prospectivas de las carreras, ya que no todas tienen campo de aplicación actualmente y las que sí, no necesariamente lo tendrán en 10 años.

Los jóvenes debemos empezar a responder interrogantes tales como: ¿Qué quisiera estudiar?; ¿Tendré un buen salario?; ¿Existen vacantes disponibles para esa carrera?; ¿Me sentiré realizado estudiando y trabajando? De todas estas preguntas, existe gran expectativa, especialmente, con relación a las 2 últimas, ya que es poco grato estudiar una carrera sólo porque “ganaremos bien”. La elección de la carrera universitaria, basada en las razones equivocadas, puede traer muchos problemas tales como la deserción universitaria, la depresión o la insatisfacción personal. En Panamá y en todo el mundo, la elección de la carrera universitaria es todo un reto.

Debemos tomarnos un momento para pensar si, al culminar nuestras carreras y graduarnos, podremos tener acceso al mundo productivo. Una realidad que existe hoy es que nadie se beneficia de estudiar una carrera si, cuando nos graduamos, resulta que casi todos estudiaron lo mismo. La poca demanda laboral nos afecta a los jóvenes, ya que no podemos trabajar en lo que tanto nos esforzamos en estudiar, especialmente, en un pequeño país como el nuestro.

Las asignaturas que orienten sobre los empleos del futuro y la búsqueda de nuestra vocación, deberían ser consideradas más en las escuelas. En Panamá, estos temas no están siendo muy analizados o divulgados en debida forma. Enfocándonos en estos temas desde ahora habría grandes mejoras en el futuro. Priorizar nuestros esfuerzos en la orientación juvenil vocacional beneficiaría a Panamá de manera integral. Habría más productividad, competitividad, un mejor desempeño laboral, más salud mental y calidad de vida y, por supuesto, la disminución de nuestra alta tasa de deserción universitaria.

El autor es egresado del LLAC 2021

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